viernes, 24 de octubre de 2008

Arrasar (Parte III)

¿Un ejército?

Cerré los ojos con fuerza intentando confirmar que lo que estaba viendo era un sueño. Pero no. Allí estaba: una multitud de figuras negras como la muerte, ocultas entre las sombras en aquel lugar tan recóndito. Antes de tener tiempo para observar mejor el inesperado paisaje, una fuerte pisada y un tintineo metálico hizo que me volviera.

Un chico aproximadamente de mi edad me miraba. Tenía una mirada fría y calculadora… pero sobre todo oscura. Vestía con atuendos negros. En la camiseta tenía un dibujo que me llamó la atención… una espiga trigo tachada con una franja de sangre. Sostenía entre los dedos una cadena de metal de la que colgaba una bola con pinchos. La balanceaba de un lado a otro distraídamente.

-Armgajam- me dijo con una sonrisilla de loco que me preocupó. -Es un saludo.- se explicó- ... bueno a lo que iba… ¿qué haces aquí?- balanceó peligrosamente su bola plateada… por poco se abre la cabeza.

-Me llegó un cuervo.- dije con extraña soltura-. Traía un mensaje.- rebusqué entre los bolsillos y le entregué el mensaje.

-Yo te envié el cuervo- dijo mientras el mensaje se hacía cenizas entre una pequeña llama de fuego que había hecho salir de su mano.

Decidí hacer como si no lo hubiera visto.

-Si tú me has traído hasta aquí…- titubeé- ¿porqué me preguntas que qué hago aquí?-

Por un momento creí que iba a matarme, pero para mi sorpresa se puso a mi lado he hizo que me diera la vuelta.

-¿Ves a todo este ejército?- alzó el brazo abarcando a las miles de sombras que esperaban bajo nuestros pies- han sido reclutados de la misma forma que tú. Un cuervo para cada persona, un cuervo para cada alma, un cuervo para cada vida…- de pronto se giró hacia mí- ¡¿Tú crees que puedo estar en todo?!¡¿Cómo quieres que me acuerde de si te he enviado un cuervo o no?!.

La bola de pinchos se balanceó demasiado y fue a hundirse en su cabeza. Un reguero de sangre descendió por su cuello a una velocidad preocupante.

-Mm… ¿estás bien?- pregunté con un hilillo de voz.

Alzó la mano y se sacó la bola como quien se saca una espina.

“Le habrá atravesado al menos diez centímetros”, pensé sin saber que hacer.

-Auch…- fue lo que dijo- bueno…-sonrió- hace falta algo más para derrotar a mi neurona.

De pronto vio su propia sangre y ocurrió algo inesperado.

-¡¡SANGREEEE!!- gritó eufórico. Pero al instante palideció y cayó al suelo.

Oí que alguien gritaba.

-Primoooo…-

De pronto apareció un grupo de gente que se acercaba a nosotros.

-¡Primo!.

-¿Se ha vuelto a desmayar?.

-La comida no llevaba gluten….

-No, mirad… se ha abierto la cabeza.

-Eso pasa por elegir un arma que no sabe utilizar.

-No se, ¡¡pero ya le hemos recogido cinco veces hoy!!.

-¡Matémosle!

El que iba en cabeza suspiró…

-…En fin…


The Reaper


mm cráneo y yo...

¡Un saludo!