lunes, 14 de diciembre de 2009

Overlord (Parte I: El Principio)


Leidar asomó la cabeza entre los arbustos en los que se había escondido. Observó a ambos lados para confirmar que los había despistado y salió de su escondrijo. Apenas era un escuálido chico que ni tan siquiera había entrado en la pubertad. Era incluso un poco más bajo que el resto de los niños de su edad, de los que comenzaba a cansarse al ser perseguido por todo el pueblo de Nédela. Esta vez no había sido distinto, había salido a las afueras del pueblo a ver si conseguía cazar algunos gnomos pero le habían seguido. Los adultos normalmente tampoco ayudaban a solucionar este tipo de situaciones, “Suficiente hemos hecho dejándote vivir en esa casa, sin echarte del pueblo” eran las pocas palabras que solían dirigirle. Sí, ahora vivía solo en esa pequeña choza desde que murieron sus padres, justo después comenzó a…

- ¡Ahí está el niño brujo!

Una bola de nieve golpeó su nuca y lo tiró de bruces al suelo. Varios niños salieron corriendo entre risas.

- ¡Corred o nos lanzará un hechizo!

Se levantó dolorido y con los ojos buceando en un mar de lágrimas que poco a poco empapaban una cara completamente enrojecida por el contacto con la gélida nieve. Echó a correr hacia su casa, al otro lado del pueblo. En su carrera tropezó dos veces, aguantando las miradas de desprecio de la gente, como siempre que le veían pasar. Llegó hasta su casa, entró y cerró la puerta sin usar ningún tipo de llave, pues no la necesitaba. Se acurrucó en una esquina y los recuerdos le invadieron de nuevo.

Su padre era un cazador, pero hacía unos meses lo encontraron devorado por los lobos. Ante esta desgracia, Leidar había desarrollado una habilidad especial. No era algo concreto, su cuerpo podía generar algo de magia, generalmente involuntaria. A veces los objetos de su casa levitaban al dormir, o cuando se concentraba mucho podía controlar levemente su magia, habiendo llegado a crear pequeñas chispas sobre un palo de madera reseca. El se sentía maravillado con sus nuevos poderes, pero su madre sentía estar criando un pequeño demonio. Tras una gran reflexión y mucho dolor interno, intentó matarlo con un puñal cuando Leidar dormía. Sin embargo, Leidar se despertó instintivamente y del susto que le produjo ver esa escena, su madre estalló en llamas. Con el fuego consumiendo su vida, ella escapó de la casa y gritando por todo el pueblo. La gente salió de sus casas por el alboroto y vieron como la mujer moría entre lametazos ígneos.

Tras ese acontecimiento, Leidar fue juzgado por el pueblo. A pesar de todo, su corta edad logró salvarle, sintieron esa mínima cantidad de compasión. Lo que si pretendieron fue expulsarle del pueblo pero, debido a que ninguno pudo entrar en su casa, le dejaron ocuparla a él. Eso se debía a la magia involuntaria de Leidar. Nadie que el desease lograba abrir la puerta de esa choza. Los únicos que podían abrirla eran él y…

La puerta se abrió en ese momento sobresaltándole. Una figura familiar entró y cerró detrás de sí. Kelda era una chica de más o menos su altura, unos meses más joven, de pelo rojizo, ojos verdes, piel blanca y vestía ropas de abrigo debido al frío que normalmente hacía por esas fechas. Desobedeciendo a sus padres, Kelda había querido conocerle. Ella era la única amiga que había tenido desde que empezó su faceta mágica, la única que lo veía como una persona y la única cuya sonrisa podía arrastrar las nubes de sus malos días y deslumbrar como si del mismísimo Sol se tratase.

- ¿Han vuelto a reírse de ti? -preguntó Kelda con tono preocupado.

Leidar asintió intentando no llorar más, pero Kelda se le acercó para abrazarle y no pudo contenerse. Se sentía bastante tonto llorando delante de ella, pero también era la única persona a quien podía llorar.

- Deberías defenderte. Si temen que os embrujes, hazlo, así te dejarán en paz.

- No sé cómo hacerlo –contestó Leidar tratando de enjugarse las lágrimas-. Además, me echarían definitivamente del pueblo, se que no lo ha hecho hasta ahora por miedo pero en cuanto haga algo…

Kelda le miró y dejó escapar una de sus tiernas sonrisas. A Leidar el corazón le dio un vuelco. Puede que fuesen aún jóvenes, pero él tenía muy claro que Kelda era la persona con la que pasaría el resto de su vida, no sentía más que amor hacia ella.

- ¿Sabes? –dijo Kelda con un tono que Leidar no le había oído nunca antes- Me alegro de ser tu amiga. La gente te juzga sin conocerte.

Kelda alejó un poco la cara de él y levantó la suya empujándole la barbilla hacia arriba con suavidad.

- Yo sé cómo eres.

El corazón de Leidar adquirió el ritmo de cien caballos al galope. Sus labios se habían dirigido hacia los de Kelda en un beso rápido y corto. Llevaba tiempo queriendo intentar demostrarle que la quería y la forma en la que lo había hecho había sido brusca y torpe. Kelda se vio sorprendida por esa acción, pero sus ojos y su sonrisa hablaron por ella. Pasó las manos por la nuca de Leidar y le propinó un beso más prolongado. Leidar tenía el corazón saliéndosele del pecho, todos sus problemas se habían esfumado en una décima de segundo. Tras ese indefinido intercambio de sentimientos, volvieron a separarse. Él fue a tomar la palabra.

- Y-yo…

¡Crash! Un fuerte ruido en la aldea le interrumpió. Se escuchaban los gritos ajetreados de la gente de la aldea.

- ¿Qué es lo que está pasando? –dijo Kelda- ¡Vamos a ver!

Aunque Leidar se sintió desgraciado por dejar ese momento, prefirió pensar que ya tendrían todo el tiempo del mundo más adelante. En la aldea parecía cocerse algo gordo. Ya fuera, le cogieron entre varios aldeanos y se lo llevaron a la plaza. La plaza estaba llena de soldados. Le tiraron al suelo delante de un hombre con apariencia de líder militar.

- ¿Es este el chico? –dijo con voz firme.
- Sí, señor. Puede llevárselo peor por favor no arrase nuestra aldea. –dijo uno de los campesinos.

Con un gesto de su mano. Los soldados le cogieron a la fuerza y se lo llevaron. Kelda gritó desesperadamente pero los aldeanos la retuvieron.

- ¡No, Leidar! ¡Leidar! ¡Te quiero! ¡Leidar, te quiero!


Leidar despertó. Tantos años después, y ese recuerdo seguía haciendo eco entre sus sueños…




The Blind

sábado, 5 de diciembre de 2009

Arrasar (Final)



Sonreí… Ana había vuelto.
Pero ella no sonreía. Estaba enfadada. No le bastó con propinar una patada brutal al chico de la torre de ajedrez. Tenía sed de venganza.
Dio cortas pero rápidas zancadas hasta llegar al cuerpo tendido. Le agarró del cuello de la camiseta e intentó alzarle por encima del suelo…. Pero era demasiado bajita y eso le hizo enfadar aún más, por lo que le volvió a dejar en el suelo, le agarró de los pies y lo zarandeó dando vueltas hasta estamparlo contra el árbol más cercano con una violencia brutal.
El chico de la torre de ajedrez reaccionó. Con la mitad del cerebro asomando por la brecha de su cabeza, alzó su brazo derecho sosteniendo la torre de ajedrez, y empujó levemente la cabeza de Ana hacia atrás. Ésta abrió los ojos de puro pánico al notar que la cicatriz de su cuello se descosía y la cabeza se le caía hacia atrás. Los músculos, tendones y cuerdas vocales quedaron al descubierto entre un torrente de sangre. El cadáver semi-decapitado cayó de rodillas, inerte, y seguidamente se desplomó contra el suelo.
Mi sonrisa se esfumó. El chico de la torre de ajedrez cogía entre sus manos con curiosidad parte de su cerebro y se lo comía. Pero no tuvo mucho tiempo para seguir probando nuevos sabores, porque de repente un cuenco de ramen fue a parar con una violencia inaudita contra su cabeza.
Todo ocurrió muy rápido.
Reche descargaba toda su munición sobre todo aquel que osara estar su alrededor. Pero cayó ante la sierra eléctrica de charly, que le rebanó las piernas y el tórax sin ningún reparo. A su vez, Lyra introdujo sus manos como garras en el cuello de Charly y le arrancó la garganta acompañado de un sonido repulsivo.
Mientras tanto Lady Nerón volaba por el aire y sus conjuros causaban estragos en la batalla, pero fue derribada por un salto felino de Ker, que se ocupó de hurgar dentro de las cuencas de sus ojos hasta matarla.
De pronto, algo que parecía un zombi se abalanzó hacia mí. Se trataba del chico de la torre de ajedrez que, con trocitos de bol de ramen incrustados en la cabeza y el cerebro asomando literalmente por su cráneo, convirtió su torre de ajedrez en un pincho moruno y me atravesó el estómago.
Al principio no me dolió mucho, pero luego el pincho moruno se multiplicó en una enredadera de espinas dentro de mi tripa y el chico de la torre de ajedrez tiró con fuerza. Todas mis tripas e intestinos salieron con una facilidad impresionante.
Pronto se me comenzó a nublar la vista. El tiempo pareció detenerse por un momento. Me pregunté cómo habíamos llegado a esto.
Me respondí yo sólo a esa pregunta. Nuestro ejército había acabado con el enemigo… pero como la sed de sangre no se esfumaba, no podían evitar matarse entre ellos.
Sufriendo en mi agonía alcancé a ver a dos supervivientes. Primo y el chico de la torre de ajedrez, completamente bañados en sangre, soltaban carcajadas paranoicas mientras remataban a los montones de cadáveres que regaban el suelo con millones de litros de sangre.
-Vaya panda de grillaos…- pensé mientras cerraba los ojos.


The Reaper

jueves, 3 de diciembre de 2009

El banquete de los trece hambrientos

Ruoka se despertó sin recordar nada. Se encontraba encadenado en una tabla de madera apoyada sobre una pared de piedra. Observó el lugar en el que se encontraba y se vio en una amplia habitación redonda cuyo centro estaba ocupado por una gran mesa de mármol blanco con trece asientos en los que cabrían cinco personas normales sentadas. En la pared circular en la que él mismo se encontraba, pudo ver a otros doce hombres como él, con una puerta a derecha e izquierda de cada uno, enumerando así trece puertas también. Algunos de ellos estaban aun inconscientes mientras que otros estaban despiertos como él, pero por desgracia, todos llevaban una mordaza que les impedía hacer ningún tipo de ruido legible.

No pasó demasiado tiempo hasta que por salió un hombre de cada una de las puertas. Estos personajes parecían, como poco, tercermundistas. Sus cuerpos estaban secos y arrugados, sin apenas nada más que una fina capa de piel rodeando sus huesos. Eran como verdaderas momias andantes. Ruoka y los demás hombres encadenados se agitaron e intentaron inútilmente gritar para que les soltaran. Fueron ignorados. Los hombres ocuparon sus asientos y uno de ellos tomó la palabra:

- Bienvenidos de nuevo a este ritual, compañeros. Sé que todos estamos hambrientos y no nos gusta demasiado la charla así que, ¡que comience el banquete de los trece hambrientos!

Al momento, de las puertas empezaron a desfilar cocineros con cubiertos, platos diminutos y bebidas variadas que colocaron en la mesa. Ruoka se fijó en estos nuevos sujetos y descubrió que eran completamente normales, exceptuando claro que en su cara no tenían más que la boca, algo fundamental en un cocinero. Los trece hambrientos empezaron a comer lentamente sin levantar la vista de su comida. Ruoka no tardó en aburrirse a pesar del miedo que tenía.

Pasada alrededor de una hora, los trece hambrientos ya iban por un quinto plato. Aunque lentos, no dejaban de comer. Ruoka descubrió que poco a poco los platos que traían los cocineros eran cada vez más grandes, los hambrientos comían más rápido y hubiera jurado que ahora habían recuperado algo de carne. No sabía muy bien como seres tan pequeños y esmirriados podían comer algo que superase el tamaño de un puño pero poco a poco lo hacían y parecía que ello les iba recomponiendo poco a poco su físico normal, engrosando de nuevo sus músculos y mejorando su aspecto.

Pasaron numerosas horas en las que Ruoka se asustó de verdad por lo que estaba viendo. Los trece hambrientos ya tenían una apariencia normal, personas que no hubiesen destacado entre las demás. ¿Cómo podían estar metabolizando todo mientras seguían comiendo? Además ahora comían a una velocidad que pocas personas podrían mantener durante más de dos minutos, los cocineros iban y venían cada vez más a menudo. ¿Cuánto más podrían crecer esos hombres?

Varias horas más tarde lo descubrió. Los trece hambrientos ahora desbordaban de sus ya de por sí descomunales sillas. Eran gigantes deformidades de grasa que seguían comiendo. Ahora habían abandonado por completo los cubiertos para comer con las manos y podían fácilmente comerse un pollo de un solo bocado, las jarras de vino, cerveza y agua superaban los cuatro litros de capacidad y las vaciaban de un trago. Todo estaba completamente lleno de restos de comida, grasa, y restos. Los platos se amontonaban en la mesa y el suelo y los cocineros parecían no dar abasto, iban y venían a una velocidad a la que deberían estar ya mareados. Los platos que traían habían aumentado de tamaño hasta el punto de acarrear cerdos enteros cocinados o incluso vacas.

Finalmente, los cocineros se acercaron a los hombres encadenados. Ruoka y el resto intentaron resistirse, pues ya sabían cuál iba a ser el siguiente plato. Evidentemente, no pudieron hacer nada por ser descolgados por los cocineros, quienes les pusieron en la mesa, uno delante de cada uno de los hambrientos. Lo último que vio Ruoka es la campanilla de una asquerosa boca enorme al cerrarse sobre su cabeza.

Los trece hambrientos acabaron con su último plato y el único que había hablado al principio volvió a hacerlo.

- Finaliza el banquete de los trece hambrientos. Hasta el año que viene.

Y así, con ayuda de los cocineros, se fueron por las puertas por las que habían venido, aunque los cocineros tuvieron que empujar mucho para desatascarlos del marco de sus respectivas puertas.



The Blind

martes, 1 de diciembre de 2009

Comunicado: El Retorno

Saludos, lectores que puedan quedarnos.

The Reaper y yo hemos estado hablando y lo cierto es que tenemos ganas de retomar un poco la escritura de relatos. Siendo así, hemos cambiado y renovado completamente todo el aspecto del blog.

Los cambios son los siguientes:

La imagen principal: La anterior imagen era potente pero creemos que la actual tiene un sentido que va algo más relacionado con el propio nombre del blog.

Imagen de fondo: Nos ha costado un largo rato adaptarla y hacer pruebas pero hemos colocado esas manos sangrientas que, aparte de que nos han motivado mucho, llenan un poco los huecos vacíos que quedan a los lados. Teniendo en cuenta esto, también hemos eliminado las imágenes sueltas del costado que no tenían nada que ver.

Encuesta antigua: Desconocemos si pondremos encuestas en el futuro pero lo mínimo era eliminar la que ya llevaba meses.

Reproductor de música: Para empezar, hemos hecho que no se ponga automático porque hasta nosotros acabábamos hasta las nerices de ello. Así mismo hemos elegido canciones instrumentales (que creemos que se acercarán un poco más al gusto de todos) y lo hemos colocado al principio, para no tener que buscarlo.

Enlaces: Hemos borrado los enlaces que ya no estaban en activo o que, simplemente, no pintaban nada. También hemos puesto que estén en una lista actualizable de esas que queda como muy moderno.

Entradas: Finalmente, y aunque nos encantaba que todos pudiesen leer desde la primera entrada que publicamos sólo con abrir nuestro blog, hemos decidido que en cada página no haya más de 10 entradas. También hemos aumentado la letra, ya que la gente se quejaba de que costaba leer.

El resto de cosas como las frases, inspiraciones y demás las hemos dejado aunque les hemos bajado de lugar, son menos importantes. Ah, la etiqeta "pato" seguirá manteniéndose en todas las entradas.

Esto es todo, a ver si conseguimos recuperar un poco aquello a lo que en su día dedicamos tanto tiempo.

Fin del comunicado.


The Blind