sábado, 9 de mayo de 2009
Confuso
Estoy asustado…
Está todo oscuro, ¿qué ha ocurrido? El aire es irrespirable… Me llevo una mano a la cara y la siento pringosa, ¿qué narices…?
Tengo miedo…
Palpo por donde puedo. El suelo está pringado como mis manos. Alcanzo una pared cercana. ¿Dónde estoy?
Estoy asustado…
Camino siguiendo la pared. Me duelen las piernas, creo que estoy sangrando. Resbalo. Caigo al suelo. La sangre en mi cara…
Tengo miedo…
“¿Hola?” Hay eco. “¿Hola?” Repito más fuerte. Eco… silencio… no hay nadie allí que pueda oírme.
Estoy asustado…
Me alejo un poco de la pared y doy con algo en el suelo. Un cuerpo… ¡Se mueve! ¡Se está moviendo! Retrocedo hasta la pared.
Tengo miedo…
¡Mi mechero! No le quedaba casi gas. ¿Dónde está? Mi bolsillo, busco rápidamente y lo saco tembloroso.
Estoy asustado…
Intento varias veces pero no se enciende. El cuerpo está de pie. Se le oye olfatear. Se está acercando.
Tengo miedo…
Se enciende una pequeña llama del mechero. Un cadáver putrefacto se me acerca con ojos inexpresivos.
Estoy asustado…
La llama se apaga lentamente. Mi cuerpo tiembla. En mi delirio sólo puedo repetir una cosa:
“Tengo miedo… Tengo miedo…”
The Blind
domingo, 3 de mayo de 2009
Arrasar (Parte XI)
Un grito inhumano de guerra al que respondió todo el ejército. Hasta las entrañas de la tierra temblaron. Y todos a una, nos lanzamos hacia Madrid.
Corríamos todos en masa movidos por una locura asesina. No quedaríamos saciados con sólo vencer. Matar a todos. No debe quedar títere con cabeza.
De pronto noté que algo ni iba bien. Conforme avanzábamos hacia los altos edificios, me di cuenta de que las calles estaban desiertas. Primo debió notar mi desconfianza y se puso a mi altura.
-¿Tú también lo has notado? Nada me impresionaría en la estrategia de los humanos –sonrió- al fin y al cabo, les dirige ni más ni menos que el general Reche.
-¿Reche… aquel del que me hablabas?, ¿Uno de los nuestros que se ha unido al otro bando?- pregunté.
-Sí, es el único estratega capaz de hacernos frente y hacer que esta batalla esté nivelada.
-¿No temes a la muerte verdad?- sonreí.
-Yo soy la muerte- dijo mientras se envolvía en un manto negro y se alejaba con una guadaña.
Al cabo de unos minutos corriendo, nos adentramos entre la piña de edificios. Había demasiada calma. La calma que precede a la tormenta.
-Preparaos para una emboscada- susurró Lady Nerón.
Me pregunté si le había oído sólo yo o se las había arreglado para que todos le escucharan.
De pronto, se oyeron el disparo de mil ametralladoras. Una lluvia de balas nos cubrió desde los tejados. Pero estábamos preparados. El oso floroso arremetió contra los edificios, uno tras otro.
De repente el suelo explotó bajo nuestros pies. Todas las rutas de alcantarillas estaban repletas de explosivos. Todos quedamos semienterrados bajo los escombros.
Antes de que pudiéramos reaccionar, una tropa de aviones tapó el sol y descargaron bombas y misiles contra nosotros.
-¡Esto es trampa!- gritó uno.
Observé la situación. La mitad de nuestro ejército había quedado aplastado o reducido a cenizas. Pero, un poco más allá, alcancé a ver a Lady Nerón. Estaba de pie, con los brazos en alto y sus pupilas dilatadas. De pronto cerró los ojos, y el cielo estalló en llamas. Los aviones cayeron como moscas.
Y por fin los humanos se dejaron ver. Salieron en pequeñas tropas de los edificios que no había derribado el oso floroso. Pronto acabamos rodeados por cientos de soldados armados.
Uno de ellos se abrió paso a la primera línea de combate. Lo reconocí al instante a pesar de no haberle visto nunca.
Reche. Era un chaval de pequeña estatura. Delgado y con aspecto enfermizo. Llevaba en la cabeza un casco de piloto y a la espalda llevaba una metralleta intimidante. Entre sus brazos cargaba un bazooka más grande que él y nos apuntaba sonriente.
Y de repente, entre los dos bandos, apareció de la nada una chica. Llevaba unos zapatos de acero terminados en punta, y unos pantalones vaqueros bajo una camisa blanca. Una cortina de pelo lacio caía hasta su espalda, dejando entrever unos ojos de color castaño. Alzó la cabeza y gritó.
-No tiene porqué continuar esta masacre.
Nos miramos los unos a los otros, intentando comprender lo que nos decía.
De pronto, Ana se separó del ejército y se unió a la recién llegada.
-Patri, ¿qué haces aquí?- preguntó como si se conocieran de siempre.
Intercambiaron un par de palabras más y comprobé con horror que Ana se unía a esa Patri.
El ambiente se fue tensando conforme ellas relataban lo que hacían llamar un mundo perfecto repleto de paz y amor. Donde las guerras no tenían lugar y el derramamiento de sangre era una pérdida de tiempo.
El chico de la torre de ajedrez comenzó a temblar ante tantas herejías. Era la primera vez que parecía oír lo que alguien decía.
No tardó en desencadenar su furia contenida sobre las herejes. De un solo golpe, la torre de ajedrez arrancó la cabeza a las dos.
Con un grito de guerra, los dos bandos se fusionaron en el mayor torrente de sangre de la historia.
Una sombra los cubrió a todos, que alzaron la cabeza.
El centollo más grande del mundo se alzaba sobre sus gigantescas patas. Hasta los más valientes de nuestro ejército quedaron intimidados.
-¡Un centollo!
A lo que Reche respondió:
-¡No es un centollo!, ¡Es un buey de mar!
Pronto comenzó una discusión y se reanudó la batalla.
Pero hubo uno que no se sintió intimidado por el centollo gigante… el oso floroso dio un paso al frente.
The Reaper
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