domingo, 1 de febrero de 2009

Arrasar (Parte VIII)


¡Saludos!- dije con un deje de locura que no era el mío- Me llamo Alai.
Todos me observaron como si acabara de llegar, incluida Ana, que era la que me había traído a la hoguera. Sin embargo, no pude ignorar las miradas de odio que me dirigía cada uno de ellos. Primo notó mi turbación y se me acercó al oído.
-Te están dando la bienvenida- susurró sin que los demás le oyeran.
-¿Con esas caras de asesinos psicópatas?- respondí del mismo modo.
-¿Cómo sino?- me miró con extrañeza- ¡eres muy raro!- sonrió.
De pronto el chico de la torre de ajedrez se acercó a mí y, con los ojos inyectados en sangre, alzó su torre de ajedrez. Sentí un golpe en la frente.
Entreabrí los ojos. Un resplandor amarillo y rojizo me deslumbró. No podía ver nada. De pronto sentí quemaduras por todo el cuerpo. Entonces lo comprendí. Me habían tirado a la hoguera. Abrí por completo los ojos del susto y salí disparado en cualquier dirección. Al salir de entre las llamas, la brisa del ambiente me sentó como un cubo de agua fría. Sonreí de placer y me desplomé en el suelo. Me di cuenta de que me dolía terriblemente la cabeza, y uno de mis zapatos estaba en llamas. Pero estaba tan dolorido que ni me intenté mover para apagarlo.
De repente noté un pie sobre mi cabeza. Imaginé de quien podría ser. Comencé a enfadarme. Hice acopio de mis fuerzas y cogí la pierna del chico de la torre de ajedrez y se la partí con un movimiento brusco. Apoyado sobre mis manos, elevé las piernas y giré sobre mí mismo. Le alcancé con el talón en la mandíbula, la cabeza le dio la vuelta y el cuello crujió peligrosamente.
Supe entonces que había cometido un grave error. Todos retrocedieron un paso. El chico de la torre de ajedrez se llevó las manos a la cabeza y la giró con suavidad. Movió el cuello en círculos hasta que un leve crujido indicó que ya estaba en su sitio. Sonrió. De esta misma forma se colocó la pierna, quebrada a la altura de la rodilla. Me miró. Volvía a tener los ojos rojos. Alzó la torre de ajedrez con ambas manos sobre su cabeza, y ocurrió algo que me hizo estremecer: un mar de nubes negras se aproximaban en círculos sobre nuestras cabezas, acompañadas de una tormenta de rayos y truenos que amenazaban con destruir todo.
De pronto se acercó Primo y cogió de un brazo al de la torre de ajedrez. Éste volvió de su trance.
-Ahorra tus energías para la batalla, Primo- dijo Primo, por primera vez serio.
Ya ni me pregunté porque Primo llamaba por su nombre al chico de la torre de ajedrez. Caí exhausto al suelo y me limité a mirar al cielo. Me temblaba todo el cuerpo.
-¡Hay que ver que poco aguante!- Dijo una voz de chica, probablemente la de Lyra.
-¿Qué esperabas?, tan sólo es un humano- Comentó una voz tranquila y a su vez imperiosa, la chica de piel pálida.
Entonces Ana se arrodilló a mi lado y extrajo una serie de instrumentos de su mochila.
-Tengo una pócima que te curará.
En ese momento temí por mi vida. Ana me puso una mano en la nuca para levantarme la cabeza, y con la otra sostuvo un frasco que contenía un líquido morado. Bebí. Para mi sorpresa, estaba riquísimo. Y no sólo eso. Noté que las quemaduras de mi cuerpo desaparecían y el dolor que sentía en la cabeza se extinguía.
-Gracias- murmuré.
-De nada, este regenera-humanos nunca falla- sonrió.
Preferí no preguntar. Lyra desenvainó repentinamente la catana de su espalda y se puso a trocear al oso.
-Charly…- comenzó a decir Ichigo- ¿ese oso no será pariente del oso floroso verdad?
Charly se encogió de hombros.
-¡Pero que no es un oso!- dijo a voz en grito Ana- ¡Es un perro!
-…Está loca…- murmuraron unos entre otros…
-La ira del oso floroso puede ser brutal- comentó con voz solemne Ichigo.
-Sí, pero le gusta el ramen- comentó Xathick.
-El ramen tiene gluten- saltó Primo.
-¿Y qué con eso?
-El oso floroso es celíaco.
-Vaya, pues el otro día se comió un bol entero de ramen- murmuró Xathick con cara culpable.
Primo le miró con odio.
-¡Perfecto!, ¡Lo primero que se te ocurre dar al oso floroso es un bol lleno de asqueroso gluten de no celíacos!- prosiguió Primo irritado.
-¡Pero es ramen!, no puede hacerle tanto daño… está tan riiiico….- su mirada se perdió.
-Silencio- La chica de piel pálida levantó levemente la cabeza -¿Dónde está Ker?
No hubo respuesta. Todos se pusieron a buscarla. Tras los árboles, bajo las piedras, en la mochila de Ana…
-Quizá siga en la copa del árbol que Charly ha derribado- comenté mirando hacia otro lado.
-¡Oh! ¡cierto!- comentó Charly como si se hubiera olvidado las palomitas en el microondas- como buen caballero que soy quizá debería ir a buscarla…
Mientras tanto, Lyra ya había cortado al oso en suficientes partes como para repartirlas entre todos. Fue dando un trozo a cada uno. Cuando llegó a mi altura me puso la mitad del tórax del oso, chorreando sangre y con el corazón entre las costillas.
-El corazón para el invitado- se limitó a decir con una sonrisa de vampiresa.
Todos me miraron con envidia.
-¿No vamos a asarlos?- pregunté con absoluta perplejidad.
Como respuesta me miraron como si fuera un bicho raro y comenzaron a comer.


The Reaper