lunes, 19 de enero de 2009

La cruda realidad


Érase una vez un hombre infeliz. Este hombre era una buena persona: no pretendía ningún mal a la gente y era educado donde los haya. Su único problema es que nunca fue ni libre ni feliz.

Ya desde pequeño, se le acabó pronto el jugar y dejar correr la imaginación hasta donde el infinito marcase. Le metieron entre cuatro paredes para hacer lo que un grupo de dictadores de mayor tamaño ordenaba. Tras salir de esa prisión, apenas veía el sol de camino a casa, pasaba de una cárcel a otra.

Durante años le dijeron lo que tenía que hacer, lo que tenía que estudiar, cómo comportarse siendo un hipócrita en determinadas situaciones e incluso le “enseñaban” en que dios tenía que creer y cómo vivir según esa religión, sus mandatos, leyes, pecados… En clase no soportaba tener que memorizar para repetir como un lorito y después olvidar. No entendió que se promoviese esa forma de coger asco a aprender, ni tampoco el tener que ser como la sociedad quiere que seas. Respecto a la religión, nunca se creyó nada. ¿Cómo iba a creer en un montón de leyes morales con las que ni los predicadores daban ejemplo? La religión no podía ser como un club de fútbol al que uno se hace aficionado según el lugar en el que vives. La religión debía de ser algo interior, personal y sin opiniones ajenas. ¿Cómo sabemos si todos hablamos de un sentimiento interior y no de una buena dosis de crack en el cuerpo? Fuere como fuere, el no encontró ese sentimiento, no había dios en su vida.

Pasó el tiempo y alcanzó la pubertad, el pretendía salir a diario para no aburrirse en la rutina pero sus amigos o ponían excusas baratas para no salir entre semana o directamente sus propios padres se lo prohibían. Así es que, salvo los fines de semana en que salían a beber con la intención de pasar un buen rato, se quedaba en casa. Por suerte a menudo se veía acompañado por un buen libro.

Concluidos ya muchos años, se encontraba con una basura de empleo en el que se veía martirizado por su jefe, trabajaba como un esclavo y cobraba un suelo semejante. Ya no leía. Llegaba a casa demasiado cansado como para hacer ningún tipo de esfuerzo así que dejaba que la televisión pensara por él mientras su cerebro maceraba y se pudría junto con la carroña televisiva. El teléfono móvil le saturaba provocándole quebraderos de cabeza y más de una vez tuvo que comprar uno nuevo tras haberlo lanzado siete pisos abajo.

Los impuestos se lo comían y la hipoteca hacía tiempo que lo estaba digiriendo. Los políticos imponían más leyes absurdas a los ciudadanos para multarlos más de forma abusiva y, en vez de ayudar a mejorar, se lanzaban heces unos a otros intentando ocultar la mierda propia y buscando llenar, como sea, sus bolsillos.

Su adicción a los calmantes iniciada tras separarse de aquella bruja que se llevó a sus hijos y que se hacía llamar mujer se veía acompañada por un alcoholismo extremo ya iniciado en su pubertad.

Ahora era lo que todos esperaban de él. Vivía un modelo de vida decadente en el que se promovía ser otra oveja más en el rebaño y que cuando alguien dijera “¡Hombre de la calle! ¡Compre su felicidad con esta maravillosa tontería inservible!” respondería “Sí, amo.”.

Un mal día, al darse cuenta de todo esto, decidió suicidarse. Dejó su trabajo y consiguió otro de dependiente de un negocio de ropa conocido en época de rebajas. Antes de que abrieran las puertas en su primer día, se sentó en el suelo a esperar. La avalancha fue demoledora. Murió aplastado.



The Blind

11 comentarios:

Rock Lobster dijo...

Crítica.
¿Qué opináis?

The Reaper dijo...

Opino que es un asco de vida la que describes. Pero lo más penoso es que hay gente que se deja llevar así sinmás y ya ni sabe porqué hace las cosas.
Tuve una época parecida hace tiempo, no tan exagerado claro. Por suerte, estas cosas se suelen superar, al menos en mi caso.
Me encanta como te has metido con la sociedad: "Antes de que abrieran las puertas en su primer día, se sentó en el suelo a esperar. La avalancha fue demoledora. Murió aplastado." xD
Poco más que decir.

Siôrs dijo...

Es la primera vez que me paso por aqui. Suscribo al de arriba,es un asco de vida,y es increible la de gente que se deja llevar por "el rebaño". Nunca lo entenderé.

El final,pese a todo,es gracioso xD

Rock Lobster dijo...

Lo de la muerte esta basado en hechos reales.
En estados unidos murió un dependiente al abrir las puertas de una cadena al estilo el corte inglés.
Lo arrollaron.
La gente está enferma.
Bienvenida sea la crisis.

Gittana dijo...

Blind?

Critica???

mmmm...

Me facino!!!!!

Gittana dijo...

Pero siento algo real? de verdad?

ana dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Desgraciadamente, este es el modelo a seguir que se tiene ahora: nos cohíben de tal forma que te miran mal si tienes ideas propias.
Una absoluta vergüenza, pero deprimente verdad.

ana dijo...

opino k es una burrada!
pero lo malo sk tenes mucha razon
... :S

Anónimo dijo...

Solo relajarnos y mirar a nuestro alrededor con un poco de detenimiento, observar que llaman, veríamos muchos más ejemplos de este que describes; el lío no está en ser como tal, es, permanecer en esa asclavitud mental, que muchas veces es alimentada por los miedos, miedos de los cuales se aprovecharon las religiones y los políticos para amansar la gente.
Buen relato. Felicitaciones.
Escribes poesía?
Joshua

Anónimo dijo...

wow! genial el final morir aplastado por el mundo que ya lo habia matadoo en vida imponiendole su presente y futuro...