- Ponme otra copa de vino –dijo Koberec tambaleándose-.
- Son 5 unidades de orichalcum –respondió el tabernero empezando a servir-.
Koberec rebuscó torpemente en el fondo de sus bolsillos y juntó las últimas monedas que le quedaban para pagar al tabernero. Sin agradecer siquiera, cogió su copa, derramando la mitad por el camino, y se balanceó para volver a su sitio, donde se encontraba en compañía de una elevada embriaguez que se alimentaba de sus sentidos y los iba menguando proporcionalmente al alcohol que sin descanso ingería.
Inspeccionó por encima a la gente que por allí descansaba y festejaba, salvo algunos a los que dedicó un poco de atención. Observó con desprecio a un hombre barbudo y gordo, con la cara marcada por la viruela. Estaba comiéndose un pedazo de pollo y la salsa que a éste acompañaba se le untaba en las manos y goteaba por la barba. Bebió de aquel vino agrio y miró hacia otro lado. Se fijó en un hombre encapuchado al cual no podía ver bien el rostro, pues la sombra de la capucha se lo cubría. No tenía pinta de ser precisamente una persona de la que uno podría fiarse. “En mis días como capitán de la guardia no pasaba gente como esa por el pueblo” pensó.
En su pésimo estado iba a intentar pensar más pero la entrada de dos hombres anunciándose a voz en grito ocupó por completo lo que restaba de su percepción. Ellos…
- ¡Tabernero! –grito Miekka- ¡Sácanos lo mejor que tengas en tu sucia bodega y que tu preciosa hija nos sirva un manjar de reyes, pues mañana el mismísimo rey nos dará buena recompensa por nuestros servicios!
- ¡Por no hablar del importantísimo ascenso que recibiremos, hermano –dijo Rand aporreando la mesa entre risas-!
Se sentaron sin preocuparse por pagar y cuando la hija del tabernero fue a servirles no quisieron dejar que se fuese. La agarraban, manoseaban y hacían propuestas fuera de tono aunque ella se resistiese por pura repugnancia sobre aquellos sujetos.
Sin poder aguantarlo más, Koberec se levantó, aunque el equilibrio se lo dejó por el camino y cayó directamente de bruces al suelo. Para su fortuna, los hermanos Miekka y Rand llamaban más la atención que él y pocos lo vieron caer tan ridículamente como había sido la situación.
Se propuso levantarse de nuevo. Y esta vez, gloriosamente, lo consiguió. Aunque con dificultad, se desplazó los pocos metros que le separaban con ellos y sacudió el brazo por encima de la mesa tirando su comida.
- Bastardos, ¡vosotros provocasteis mi expulsión –dijo trabándose la lengua un par de veces en tan pocas palabras-!
- ¡Mira quién está aquí –dijo Rand soltando a la chica, quien volvió con su padre-! ¡Es nuestro amigo, Koberec!
- ¡Koberec! ¿Sigues mendigando por las calles? Me han dicho que das tanta pena en los barrios bajos que incluso otros mendigos te han dado limosna, ¡debes estar forrado –se burló Miekka-!
Sin mascullar nada más, e ignorando las blasfemias que ahora proclamaban acerca de su madre, Koberec desenvainó la espada. En un momento lo desarmaron con sus respectivas espadas, lo tiraron al suelo y lo patearon entre las risas y gritos de ánimo de los demás bebedores de la taberna. Con pan y circo, población contenta.
- Vamos a llevarnos a este cerdo a dar una vuelta, parece que necesita aire –dijo Miekka-.
Lo sacaron por la fuerza y lo llevaron a las afueras del pueblo metiéndose un poco en el bosque, donde nadie pudiera verlos y lo volvieron a tirar al suelo.
- Mírate –dijo el incansable Rand-, eres como asqueroso un cerco revolcándote en el barro.
- Igual que la cerda de su madre –prosiguió Miekka arrojándole unas bellotas del suelo-.
- Bueno, creo que ha llegado el momento de ejecutarte –dijo Rand volviendo a dejar ver el filo de su impecable arma-. Volveremos a la taberna y festejaremos tu muerte, brindaran las copas y se comerá en abundancia.
- ¡Espera! –dijo Miekka interrumpiendo-.
- ¿Pero qué…?
- ¡Corre!
Los hermanos corrieron más que si persiguiesen a la hija del tabernero y desaparecieron en seguida. A estas alturas, Koberec no se había enterado de nada y de nuevo reunió fuerzas para intentar, que no conseguir, levantarse, pues se resbaló. Con la cara estampada en el barro, notó una mano en su hombro. Pensando que se trataba de nuevo de esos pesados hermanos con ganas de seguir jugando, se llevó velozmente la mano a la pierna y una daga voló para clavarse en el pecho de alguien a quién vio un segundo después de haber atacado sin preguntar.
Una chica de ojos grises le miraba fijamente con expresión de sorpresa. La sangre le empapaba las ropas a gran velocidad. Koberec no tuvo tiempo a pedir disculpas e intentar repararlo, ni siquiera de soltar la daga cuando un dolor intenso se acentuó en su mano. Toda la flora que había alrededor se había congelado y por su brazo trepaba rápidamente la sangre de Nebbia mezclándose letalmente con el hielo que poseía en su alma.
Koberec no podía gritar ni moverse, y pronto perdió el sentido cuando su cuello quedó atrapado bajo las fauces de Hevn…
The Blind
6 comentarios:
Koberec, alfombra en checo.
Miekka, espada en finlandes.
Rand, filo en holandes.
Segundo relato, a ver que os parece.
Al principio no me habia gustado mucho como lo habia escrito asi que, en fin, lo he retocado un poquito, creo que esta mejor asi aunque no sea perfecto.
Tengo una pequeña idea para seguir con el siguiente.
Por cierto, ¿empieza a motivar mas la sangre?
Pues tranquilos que en un futuro prometo mas sangre, ¡mucha mas sangre!
(Es que este es el rincon sangriento, si quereis otro tipo de historias compraos un libro de cuentos infantiles)
Wow! a quien le enterro esa daga??? acaso un demonio mujer? o a una diosa del bosque o del hielo??? no tardes, por fa???
Por cierto, ya se dieron cuenta de que alguien reporto mi blog como algo con contenido dudoso???
Ustedes creen que es algo malo mi blog? acaso fomento o promuevo algo inmoral???
Es la chica del relato anterior en la saga.
Y si he visto lo de tu blog, supongo que en la actualidad esta mal visto leer y por eso lo consideran inmoral.
(Sino no me lo explico)
Por cierto, para los que no lo supieran: el orichalcum (material del que supuestamente estan hechas las monedas con que pagan en el relato) en realidad es un metal fantastico que se extraia en la atlantida.
Simplemente por si alguien no tenia conocimientod e ello.
Cuando pone contenido dudoso (peligroso/sangriento... etc) me dan más ganas de entrar :D
Primo, no me esperaba que la mujer sangrara. Sangrar es bueno. Mola que hallas cambiado la visión del personaje. Más variado.
Yaw!
beeeno teniendo en kuenta ke el tal Koberec esta todo el rato tirado por el suelo el nombre le pega!
sangre, ya empezamos..
se ha muerto la xabala?.. ¬¬
pero beno, sta bien el relato. a ver donde akaba la saga sin nombre esta :D
Mañana seguire con lo que me falto.
Lo de abajo me pareció verdaderamente bueno.
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