viernes, 15 de febrero de 2008

Plan de tarde (Parte I)

Me encontraba cabeceando en mi duro pupitre, soportando la soporífica lección de historia que me aburría infinitamente por culpa de lo rutinario que se volvía escuchar. El profesor hablaba pero yo era incapaz de atender a lo que decía, hasta que la palabra “sangre” me sacó de mis pensamientos. Levanté vagamente la cabeza, que estaba incrustada en el pupitre, y escuché que el profesor hablaba, siempre con ese tono monótono, de la sangre que se derramó en una guerra unos cientos de años atrás en una batalla que narraba directamente leída del libro.
Interesante... di una palmada y una onda expansiva mató al instante a toda la clase. Salí al aire libre, respiré un poco del aire semipuro y me materialicé en Bilbao, concretamente al lado del Guggenheim. La gente que pudo verme aparecer se asustó pero lo cierto es que me daba igual.
Percibí el aura de poder que estaba buscando. Lo seguí y me condujo hasta un instituto. Entré resueltamente (echando la puerta abajo) en el aula que desprendía esa impresionante cantidad de poder. Todas las miradas se volvieron hacia mí, al parecer irrumpí en una clase de lengua. Estaba dedicando un saludo despreocupado a un conocido (concretamente a Iñigo) cuando de pronto cayó sobre mí la furia de un profesor con pintas desagradables a mi vista. Aún así le dirigí unas palabras con tono cortés:
-Discúlpeme por entrar de este modo, pero es que soy muy heavy-.
El hombre no se conformó con mi refinada educación y siguió berreando cosas en su extraña lengua de primate. Le ignoré. Me dirigí hacia aquel ente poderoso...
-Primo ven –le dije-.
-Espera, me apetece un aperitivo –respondió-.
Al momento salió corriendo y saltó con las rodillas por delante hacia su profesor. Le incrustó contra la pared y cayeron los dos a la calle rompiendo la pared de la clase. Todos sus compañeros estaban acojonaos. Salvo Iñigo, que miraba la situación divertido como pensando “Estos dos no se contienen nunca”.
Salí al exterior en busca del primo y me lo encontré quitándose el polvo de los escombros. Había caído sobre un coche y éste había explotado por lo que la calle estaba en llamas y la gente también. Igual por eso gritaban. Su profesor era una masa deforme y ensangrentada. Le conté brevemente la idea que tenía en mente, no sin antes saludarnos de un cabezazo, provocando que parte del instituto se viniera abajo por la colisión.
-Creo que hemos matado, entre otros tantos, a Iñigo –dijo el primo con el mismo sentimiento de desgracia que el que se siente al perder un euro… Le comprendí-.
Retrocedimos en el tiempo cientos de años atrás y nos materializamos en mitad de un valle. ¡Qué aire tan puro! El viento mecía con gracia los verdes y frescos prados mientras que las colinas se alzaban a nuestro lado respectivamente. El sol se mantenía en su cúspide bañándolo todo con su luz.
De pronto el suelo comenzó a vibrar. Al poco tiempo un ejército de miles de soldados se asomó por encima de la colina, pero eso no era lo mejor de todo, sino que en la colina opuesta se asomó otro ejército de similar densidad. Catapultas, arqueros, jinetes, soldados… Una lluvia de flechas inundó el cielo y ambos ejércitos descendieron gritando para darse el coraje necesario para entrar en batalla y colisionar en el valle, donde nos encontrábamos nosotros, sonriendo.
Invocamos nuestras mejores espadas y nos apoyamos espalda contra espalda, preparados para hacer frente a los temerarios ejércitos que bajaban a toda velocidad hacia nosotros.
-Primo, me pido a los de rojo, tú a los azules- me dijo animado.
No respondí, con lo que me mostraba de acuerdo. Ambos bandos nos vieron... vacilaron, posiblemente preguntándose que cojones hacíamos allí. Pero, para mi consuelo, no se detuvieron. Comenzó. Cogimos impulso y corrimos hacia ellos. A cada espadazo que soltábamos volaban despedazados por los aires cien hombres aproximadamente... los ejércitos se mezclaron y los escudos de los soldados, antes azules, se tiñeron de rojo. Acabé por no distinguir el bando de los hombres, por lo que decidí matar a todos ellos. Pude ver que el primo había dejado la espada para matarlos con sus propias manos y sentir directamente la destrucción que estábamos provocando. Me pareció divertido aprovechar la ocasión así que hice lo propio.
En pocos minutos no quedaba nadie con vida... se me había pasado el tiempo volando y estaba todo lleno de cadáveres. Pensé que otra vez podríamos llenar una piscina con semejante exceso de sangre. También me pregunté que escribirían los libros de historia sobre esta batalla. ¿La estudiaríamos diferente?
De pronto vi a mi primo dando puñetazos al suelo, haciendo que todo temblara bajo sus formidables golpes. Me pregunté el motivo. Me lo quedé mirando desconcertado, esperando una explicación.
-Primo, vamos al centro de la tierra que me he quedado con ganas de destruir más-.
Acepté con ganas. Ambos nos pusimos a dar puñetazos al suelo, abriéndonos paso entre tierra y rocas. Cuando llegamos a una ciudad de minas subterránea, donde trabajaban unos enanos sin descanso, paramos a beber de un arroyo de ácido sulfúrico y nos comimos a alguno de esos enanos. Había hambre. Proseguimos nuestra excavación y llegamos al mismísimo núcleo de la tierra, donde invoqué mi mejor batería y mi primo hacia otro tanto con su guitarra.
Comenzó nuestra canción a un volumen que hacía temblar la tierra entera e iniciamos nuestra sangrienta canción cortándonos y pinchándonos los ojos para dar algo realismo al sadismo que describía la letra. Y al terminar la canción del fin del mundo, la tierra explotó con nuestro último verso: “Mientras el planeta peta, todos mueren por el heavy metal...”




The Reaper, retocado por The Blind

5 comentarios:

Rock Lobster dijo...

Como uno de los detalles que cambie, debo decir que lo de la muerte de iñigo y demas gente no es realmente cierto que me preocupen lo mismo que perder un euro.
Si pierdo un euro me cabreo.

Anónimo dijo...

Esa parte me ha gustado la que más. Y la frase esa de "había gente en llamas. Igual por eso gritaban"

Anónimo dijo...

Sadismo, humor e indiferencia. Vaya mezcla XD explosiva..

ana dijo...

yo ese dia no fui al kole..

me he reido un mnton leyendolo, es genial.
aiio

xathick dijo...

Soy un par de piraos... ¡mola! ardo (literal) por ver la continuación. Soy los mejores

PD: yo si fui al cole