lunes, 18 de febrero de 2008

Plan de tarde (Parte II)


-Primo, ¿dónde c****** estamos? –dije escupiendo restos de piedra fundida.

-Lógicamente hicimos una apertura en el espacio tiempo y estamos en otro mundo –se limitó a responder.

-¿Osas ponerme en evidencia? ¡Juro arrancarte los brazos!

-¡No te dejaré! ¡Me los arrancaré yo antes!

Y así lo hizo. No me dio tiempo a tocarle cuando se los había arrancado a mordiscos. Decidió comérselos y se le regeneraron al instante. Entonces optamos por dejar nuestras diferencias aparte y observar el extraño lugar en el que involuntariamente, por esta vez, habíamos aparecido.

Vimos un inmenso paraje con agua corriendo por todos lados, bajando en cascada por la roca y enviando pequeños destellos cristalinos. La hierba era… verde y fresca como en ningún lado y la cálida brisa llenaba el alma. También había muchos seres mitológicos pululando por allí: un par de caballos alados, duendes y hadas extraños, pájaros fantásticos…

Un centauro de aspecto pacífico se acercó a darnos la bienvenida a su “mundo” y en un abrir y cerrar de ojos cambió la situación. Al acercarse a nosotros, que estábamos de pie mirando al infinito, nuestros ojos se volvieron oscuridad. Toda la vegetación de nuestro alrededor se marchitó de golpe y el centauro se asustó y echó a correr. Un firme golpe del primo con el pie en el suelo hizo que una roca se levantase por donde el centauro pasaba y le destrozó la cabeza. Yo me cargué al centauro a las espaldas y comenzamos a andar sin rumbo. La vegetación moría bajo nuestros pies, el agua se volvía sangre con desearlo, los pájaros caían muertos desde el cielo y el crujir de las costillas del hombre-caballo al arrancarlas, para ser devoradas acto seguido, era espeluznantemente placentero…

Pasamos unos días simplemente matando todo lo que se ponía por medio sin ningún escrúpulo. Ese mundo tan feliz merecía un castigo por su “perfección”, y ahora veníamos nosotros a sembrar el terror. Sin embargo, sentimos algo. Una presencia, una fuerza, un aura de energía… similar a la nuestra. ¿Podría existir alguien tan brutalmente poderoso como nosotros? Nos materializamos lo más cerca posible.

Ahora se distinguía que eran dos seres y no uno. Se les veía al borde de lo lejano, donde las tinieblas aumentaban severamente.

-Primo, no puede quedar evidencia de una fuerza que se acerque en lo más mínimo a la nuestra –dije cabreado-.

-¿Tendrán los cráneos crujientes? –preguntó mientras dejaba que el odio le poseyera-.

Al momento nos lanzamos a correr hacia ellos y parecía que habían acordado lo mismo y se dirigían en carrera levantando una nube de polvo como nosotros. El choque provocó una concentración de energía que de golpe cambió todo el paisaje y la tierra se abrió en dos creando un abismo tan profundo que la luz no alcanzaba hasta el fondo. Ellos estaban situados a un lado y nosotros al otro. Uno de ellos levantó un brazo y descargó un rayo sobre mí. No me molesté en esquivarlo, no me afectó.

-Hagámoslo –dijo el primo-.

Asentí y ambos alzamos los brazos hacia el cielo. En breves segundos todo el cielo se oscureció por completo con las negras nubes que estábamos invocando. Un diluvio comenzó a llenarlo todo y un viento huracanado comenzó a soplar. Pronto se escuchó una corriente de agua fortísima en lo profundo de la brecha abierta. Cientos de rayos cruzaban el cielo para chocar violentamente con el suelo. Entonces bajamos los brazos y cuatro tornados inmensos cayeron del cielo arrastrando todo cuanto tocaban. Primo dirigió uno de ellos donde nuestros anfitriones, que hubieron de esforzarse un poco para no ser arrastrados pero no les causó daño alguno.

En respuesta, posicionaron sus manos en el suelo y concentraron una gran cantidad de energía. Pronto explotaron algunos puntos del suelo por todos lados y un infierno de lava, cenizas y fuego acompañó al tiempo que habíamos creado. Hubo un punto que explotó debajo de mí. Apenas me apartó un poco a un lado. Lo siguiente que hicieron fue alzar dos montañas y arrojarlas sobre nosotros.

-¡Con la cabeza primo! –dije mientras volaban los proyectiles.

-¡Y no vale cerrar los ojos! –respondió.

Al llegar las montañas por el aire las reventamos de un cabezazo y quedamos enterrados entre las miles de piedras en las que se había dividido. Las apartamos de un solo golpe y las pusimos en órbita. Un filo hilo de sangre bajó desde mi ceja.

-¡Primo, eres un débil! –dijo el primo al ver mi pequeña herida.

Instantáneamente le propiné un puñetazo en la cara que le mandó treinta metros hacia atrás. Se levantó con una gota de sangre propia en su labio. Pasó su lengua por la sangre y, al contactar con su sabor, el primo cambió. Sus ojos se inyectaron en sangre y las pupilas le aumentaron de tamaño envolviéndolos en un negro muerte. Otra gente habría temido lo siguiente pero a mi me hizo gracia.

Se le fue la olla. Comenzó a correr siguiendo un indescifrable rumbo. Parecía que no le importaba mucho el enemigo... mas bien se interesaba por los árboles. En pocos segundos un bosque se desplomó por completo. Al poco tiempo volvió y se detuvo junto a mí.

-Primo prueba tú también- me dijo con cara de poseído.

De pronto cogió una piedra algo afilada y me cortó el cuello.

-Primo, ya estaba sangrando, gracias.

Noté algo cálido deslizarse por mi garganta y el hedor a sangre confundió momentáneamente mis sentidos... sentí la adrenalina correr por mi cuerpo a la par que me enfurecía. Cogí otra piedra especialmente afilada y le hice un profundo corte al primo desde la clavícula hasta el estómago. Comenzamos a rajarnos mutuamente, dándonos el turno educadamente y lanzando carcajadas satánicas. En unos minutos nuestro cuerpo quedó cubierto de sangre.

Nuestros enemigos, habiendo flipado ya lo suyo con mi ataque al primo, ahora estaban alucinando al ver cómo nos auto-dañábamos. Incluso se acercaron a ver si estábamos bien y podíamos continuar la pelea. Llegaron donde nosotros y uno de ellos le tocó el hombro al primo y éste se sintió atacado y de una patada en la mandíbula volvió a mandarlo al horizonte. El otro iba a reaccionar cuando yo le lloví del cielo y le empecé a zurrar contra el suelo, dejando agujeros tremendos por la onda expansiva de mis puños sobre su cara. Logró quitarme de encima y reunirse con el otro. Ambos sangraban de la cara pero el mío más porque le había pegado varios golpes. Ahora estaban cabreados.

-Primo –dije-, creo que deberíamos ir terminando.

Asintió. Con toda nuestra fuerza volvimos a dirigir nuestros brazos al cielo. Los otros esperaron unos segundos aburridos y entonces lo vieron. Desde el cielo llegaba una estrella un millón de veces más grande que el Sol a una velocidad muy superior a la de la luz, por lo cual no deberíamos poder verlo venir. Esa estrella arrasó el planeta, a esos capullos y el resto de ese sistema solar.

The Blind, retocado por The Reaper

7 comentarios:

Rock Lobster dijo...

Que sepais que este esta escrito desde mi punto de viste y el anterior desde el suyo.

The Reaper dijo...

yaw!

ana dijo...

k par d individuos

lokos psikopatas..

xathick dijo...

por curiosidad, tambien moris vosotros?

P.D.: da igual que no fueras al cole Ana, creo que no nos salvamos de esta...

The Reaper dijo...

No, nosotros no morimos, sino que seguimos destrozando planetas y sistemas solares... etc

Anónimo dijo...

muxas ganas de destruir planetas hay por akí xD que gente, stais pinzadisimos xD

Anónimo dijo...

snif, snif, cuando os ponéis cariñosos me pongo a llorar