-¡¿Pero tú estás viendo eso?!- dijo abriendo los ojos como platos- ¡que me está mirando mal tío, que lo mato, que lo mato!- la vena de la sien se dilató por cuarta vez en el día de hoy.
-¿Puedes estarte tranquilo aunque sea unos minutos?- dije con tono aburrido- nadie te está mirando.
Y era cierto. La gente que caminaba por la calle bajaba la mirada en cuanto veía a Faghorn, con su enorme hacha de acero valyrio colgando de su musculosa espalda, sujeta por una pesada cadena ceñida al pecho. La cabellera negra le caía sobre los hombros y unos mechones llegaban hasta los ojos inyectados en sangre. Y ahora soltaba una carcajada.
-Sabes que no, Souka, ¿es que acaso tú nunca tienes ganas de matar?.
-Yo mato por algún motivo.- sonreí-. Tú en cambio, no tienes ningún control sobre ti mismo.
-Siempre estás igual: que si mato por esto, que si mato por esto otro... ¿porqué no te limitas a matar y ya está?- sin esperar respuesta continuó- Nunca os entenderé. ¿Un motivo para matar?. Menuda estupidez.
-Cuida tus palabras, podrían convertirse en motivo suficiente para matarte aquí mismo.
-Tiemblo de miedo- tronó en otra de sus características carcajadas- me temo que no tienes por donde empezar con ese palo de hojalata-. Sin embargo, no hizo movimiento alguno.
Yo sabía que Faghorn no se enfrentaría a mí. Aparte de que éramos buenos amigos, nos conocimos entre una multitud de gente que se reunía para organizar combates entre sí. Los mejores luchadores de las villas cercanas venían en tropel para presenciar o participar en la matanza.
Por supuesto, Faghorn se encontraba en el centro del círculo que formaba el público y derrotaba a los que se atrevían a enfrentarse a él uno a uno. Sus ojos inyectados en sangre le daban un aire de loco y su cuerpo ensangrentado parecía no sentir las heridas. Un hombre corpulento con unos brazos como mazas se enfrentó a él. Sostenía en sus manos una cadena con duras bolas de acero en los extremos. La zarandeaba por encima de su cabeza y alargaba el brazo con rapidez. Faghorn la esquivaba y la paraba con su hacha a duras penas. A decir verdad parecía que tenía el combate perdido. Pero pronto se cansó y dio un brusco hachazo a la bola del tamaño de su cráneo. Se oyó el chocar del metal y un grito encolerizado. El filo del hacha quedó hundido en el entrecejo del contrincante, provocando que la sangre empapara su cara congestionada con los ojos en blanco.
Sonreí divertido ante la rabia que desprendía Faghorn. Ya nadie se adelantaba a luchar contra él.
-¡Eh tú!- me miró- ¿de qué te ríes?, ¿de mí?, ¿de mí? ¿Quieres que te mate o qué?.
No dejé de sonreír, lo que provocó que se enfadara aún más.
-¡Te reto a un combate!¡Voy a abrirte la jodida cabeza!.
La multitud que se encontraba expectante se escandalizó.
-¡No puedes luchar contra él!- gritaban.
-Es un tirillas.
-¡No duraría ni un segundo!.
Me llevé la mano a la espalda y saqué mi catana. El sonido del acero deslizarse de su funda hizo callar a todos.
Clavé la mirada en mi contrincante.
-Acepto.
The Reaper
4 comentarios:
Bueno lectores, he encontrado la forma de resucitar (más fácil que la forma de morir) así que aquí estoy, con nuevos relatos donde narraré mis viajes y aventuras por otros mundos.
Una aclaración sobre el relato: un arma de acero valyrio nunca pierde filo (lo he sacado del libro "la canción de hielo y fuego", que recomiendo).
Yaw!
estas vivo!!
wuooo
pinta bien!!! muy pero que muy bien :D
ma gustao lo del acero valyrio jj
en cuanto acabe examenes me empiezo el segundo libro!!
agur!
¿Razon para matar?
Absurdo...
mmm una katana! chanchán!
me alegro de que sigas vivo para seguir escribiendo XD
matar por matar no acaba cansandote? todo el rato lo mismo... una razon interesante puede convertir la matanza en algo ... mas curioso.
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