viernes, 2 de mayo de 2008

Entre las llamas del pecado



Yo era el diablo en persona. Siempre que podía pecaba tanto cuanto podía y, tanto pecado había vivido antes, que se me podría considerar el octavo de ellos. Sólo la acumulación de pecados me impedían incumplir otro. A veces había llegado a no matar a alguien por la pereza de moverme.

Todos los periódicos hablaban de mí. La policía me perseguía en innumerables países, pero nunca habían logrado una imagen o un testigo que pudiese dar descripción del asesino que yo era. Lo único que sabían era que mataba con una espada, lo cual era lógico al ver a mis víctimas cortadas en pedazos. Igualmente, la llevaba siempre a la espalda un poco oculta y, aunque la espada medía dos metros, nadie se percataba de que existía.

Normalmente me gustaba asaltar una casa y atar a la víctima. Después tumbarme en el sofá a escuchar su tormento tras haberle herido, como si estuviese en una tumbona en la playa con el susurro del mar; me relajaba. Además, si dejaban de gemir les pinchaba con la espada diciendo “¡Sigue gritando, estúpido!”. También me gustaba asaltar familias. Con una sola acción partía al padre en dos por la cintura y empujaba la parte de arriba para verlo caer al suelo. Su mujer alcanzaba el mismo destino. Luego mataba a sus hijos aplastándoles la cabeza con una mano si eran pequeños. ¡Cómo me gustaba sentir sus sesos escurriéndose entre mis dedos! Finalmente asaltaba la despensa de la casa, es lógico que den de comer a un invitado.

Actualmente incluso debo tener un club de fans que quieren ser como yo. El problema es que son unos torpes y mal organizados y me confunden con un satánico. Yo no hago rituales satánicos, solo mato. Algún día tal vez podría adiestrarlos yo mismo y sembrar el caos a nivel mundial pero creo que nadie podría alcanzar mi nivel.

Y ahora me encuentro en un parque, sentado, mirando a los niños jugar felices con una pelota. Y tienen la mala suerte de que su pelota llega a mis pies. Cuando vienen a pedírmela la cojo y me levanto. Los niños de repente se acojonan al ver a un tío completamente de negro y cara de pocos amigos. Pero aún así uno se adelantó para hablar.

- Señor, ¿podría devolvernos la pelota? –dijo con timidez.

Lo miro con desprecio y exploto la pelota con una mano. La cara de los niños cambia. Han perdido esa apariencia de inocentes que tenían un momento antes.

- ¡La has cagado tío! –dice el que ha hablado antes mientras comienzan a sacar navajas e incluso un machete- ¿Conoces a ese brutal asesino? ¡Pues formamos parte de su club de fans! Vas a morir…

Suelto una carcajada ante la situación tan estúpida de tener unos niños que no llegan a tener diez años y me idolatran. Si supieran quien soy… No importa, me llevo la mano a la espalda. De un mandoble se queda mi espada incrustada en la cabeza del niño. Suelto la espada con el niño, aunque muerto, de pie. Me peino un poco y, antes de que el niño muerto caiga al suelo, se la arranco provocando que un chorro de sangre vuele por el aire. Aspersor de sangre suelo llamar a ese efecto. Los otros niños han comenzado ya su carrera. Me dispongo a ir a por ellos pero aparece un tipo con alas blancas bajando del cielo. Resulta un poco desconcertante pero me detengo.

- Saludos, futuro cadáver –dije burlón-. No has debido interponerte.

- Soy un ángel enviado por el Señor –dijo con tono serio desenfundando una espada-. He venido a poner fin a tus pecados, demonio.

- ¿Mis pecados? Digamos que bajo mi punto de vista hago lo correcto, pero continúa…

- ¡Tú estás muerto por dentro! Tu belleza interior murió con tu alma y estás arrastrando contigo incluso a niños como esos. Pondré fin a tus males.

- La única belleza interior que conozco es la de las entrañas, ¡pero dejemos que hablen las espadas, pues no lograrás cortarme con el filo de tu lengua!

Entonces comienza nuestra pelea a muerte. Sufrimos ambos varios cortes en nuestra larga pelea pero no por ello nos detenemos. Además a mi no me importa el dolor, la batalla lo merece y está bien que alguien pueda plantarte cara (mínimamente).

En un momento dado, hago una finta perfecta y le atravieso el estómago con mi espada. Suelta la suya, que produce un sonido metálico al chocar contra el suelo. La sangre le sale a borbotones por la boca (y la barriga).

- ¿Quieres ver tu belleza interior, pequeño angelito? - ¡Veámosla!

Subo la espada y le abro en canal inclinándole la cabeza para que lo vea en directo. También le grito que era verdad lo de su belleza interior mientras me río como un loco. Y paro. Le saco la espada y le dejo caer al suelo a desangrarse. Siento una corrosiva envidia por dentro…

Inmediatamente me atravieso y me abro a mi mismo las tripas. El dolor no importa. Cojo de la piel y tiro a los lados para poder ver bien. Y es en mi último suspiro cuando se nublan mis ojos que logro decir:

- Te equivocabas, ángel. Mi belleza interior supera a la tuya…


The Blind



Un regalito:


9 comentarios:

Rock Lobster dijo...

Bueno, como no he escrito nada estos dias, tengo que coger algo que tenia en la "nevera" de relatos.
Respecto a "Si yo fuera zombi..." creo que no publicare mas porque lo que tenia en mente perdia buena parte del toque gracioso. En fin, que de momento lo dejare aparte.
Por cierto, si quereis mas imagenes como la ultima, tengo alguna mas.

The Reaper dijo...

Simplemente... perfecto. Ese placer por desangrar y desangrarse mola un montón, y el toque cómico que tiene el relato lo hace gracioso y a la vez sádico. Mola!
Yaw!
PD: me temo que el muñeco de nieve intenta suicidarse

Lady Nerón dijo...

Salud, Amos de la Oscuridad:

Vuestra fiel servidora se inclina ante vos, The Blind.

Dios, qué hermosura de post.
Sangre, torturas, gritos de dolor y, además, armas medievales. Tenéis mi fidelidad incondicional, es una mezcla irresistible. El sueño de toda asesina sádica, como yo.
Supongo que la espada ésa de dos metros era un mandoble; lo de llevarla oculta en la espalda es un método que utilizaban mucho los "hashassins" (si has jugado o has oído hablar del "Assassin's Creed" sabrás a qué me refiero), me ha gustado mucho el detalle, aunque, Dios, la última vez que cogí un mandoble (más alto que yo era), lo tuve que arrastrar por el suelo porque no podía alzarlo siquiera a la altura de las rodillas XD.

También me ha gustado mucho el detalle de que el tío se peine después de cargarse a los niños, me he reído mucho.

Por último, la escena del ángel del Señor me ha recordado un huevo a "Constantine", una muy buena película que vi hace unos cuantos años.

¡Un saludo! Yaw!

Rock Lobster dijo...

Bueno, puede que fuese un mandoble. En un principio solo habia dicho lo de la espada de dos metros para dar un poco de gracia a esconder algo mas alto que uno mismo en la espalda.
El Assassin's Creed me lo tienen que pasar como intercambio del Oblivion.
Y Constantine lo cierto es que no la he visto.
Pero bueeeno, todo sea sangre y destruccion.
(Siento no pasarme muchoa firmar)

The Reaper dijo...

Yo el mandoble me lo había imaginado como la zampakutoh de Ichigo

Anónimo dijo...

Solo puede añadir que la gente sólo ve lo que quiere ver: éste es el mejor escondite.

ana dijo...

molan los tokes de humor.. pero tanta sangre.. buuu! jajaj :D

ademas la manera de reflejar los pekados sta guay!

P.D: la imagen del principio tiene una errata lo sabes no? :D

P.D: la imagen del final.. genial!

[ кeя ] dijo...

yo tambien me he reido XD ya os lo dije alguna vez, mola ese humor que teneis mezclado con la macabra naturaleza de vuestros relatos.
qué locura! aunque siento cierta pena por el angel... tener que bajar para nada. Podía haber bajado "el Señor" en persona y que lo mataran a el! XD

Guerrera de la Luz dijo...

Pero este blog va en serio?¿?
¿Sois así de verdad y queréis fomentar el asesinato y ese sadismo sangriento? ¿o son simples relatos que no van más allá?(por curiosidad social)
Un saludo con respeto, que no deseo juzgar a nadie.