miércoles, 23 de abril de 2008

Oscura lujuria

Desmonté del caballo y le golpeé con la palma de la mano detrás de la montura para que siguiera cabalgando sin mí. De todas formas, no era mío.
El camino se alejaba de la ciudad y conducía a un burdel que estaba a pocos kilómetros de distancia. Respiré el aire fresco del campo y seguí caminando por el camino pedregoso y polvoriento, siempre con la capucha ocultando mi rostro para pasar desapercibido.
Llegué hasta el burdel y atravesé la cortina de cadenas con bolitas rojas que estaba a modo de puerta. El aroma de incienso y flores me confundió por un momento los sentidos. Miré a ambos lados de la entrada y me dirigí hacia la mesa donde se encontraba el encargado. Su mirada reflejaba cansancio y el escaso pelo blanquecino intentaba ocultar su evidente calva.
-Hola ¿qué desea?- preguntó mecánicamente sin levantar la vista de sus papeles.
-No acostumbro a visitar burdeles para comprar galletas- respondí secamente sin siquiera mirarle.
-¿Eh?... Oh, por supuesto- titubeó el hombre levantando la mirada hacia mí mientras se incorporaba de su silla- Sígame por favor y le enseñaré algunas de nuestras preciosidades.
Me condujo al interior de una sala repleta de sillones y cojines esparcidos por el suelo. Justo delante, una vidriera de cristales blancos, rojos y amarillos dejaba pasar un haz de luces de colores que iluminaban la estancia. La sala estaba llena de jóvenes muchachas vestidas con finas telas de seda que jugaban y charlaban entre ellas. Muchas dirigieron la mirada hacia mí, sonriendo. Me quité la capucha con lentitud.
-¿Qué me dice de esta jovencita?- propuso el encargado mientras se adelantaba y hacía levantarse a una de las chicas.
No respondí, seguí paseando la mirada por el resto de la sala, ignorando la propuesta. De pronto clavé la vista en una muchacha de la esquina. El pelo castaño caía ondulante sobre sus hombros. Tenía una cara preciosa y una mirada seductora. Estaba sentada sobre las piernas de otra chica y le acariciaba con gracia las prendas semitransparentes que cubrían sus protuberantes senos.
El encargado siguió mi mirada y sonrió complacido.
-Buena elección. Aunque si se me permite añadir, es de las más caras.
Comencé a caminar hacia ella.
-Mmm... disculpe... tiene que pagar por adelantado- añadió.
Paré de andar, molesto. Volví la cabeza hacia él con lentitud y le miré a los ojos. Retrocedió un paso.
-Bueno... su-supongo que puede pagarme cuando termine- dijo terminando con un hilillo de voz, intimidado.
Giré de nuevo la cabeza hacia la chica, que se había levantado y me esperaba con una sonrisa traviesa. Tenía un cuerpo perfecto. Cuando llegué hasta ella me cogió de la mano y me guió por un pasillo que se encontraba en el lado opuesto de la sala donde se podían oír risitas o gemidos de placer procedentes del resto de las habitaciones.
Me llevó hasta la última habitación. Abrió con delicadeza la puerta y me cedió el paso. El dormitorio estaba cubierto con pieles rojizas y junto a la pared había una cama bajo un dosel que dejaba caer una cortina aterciopelada, roja también. Delante de la cama había un armario aproximadamente de mi altura. Del techo colgaba una lámpara con forma de mujer que iluminaba débilmente la habitación.
-Tienes las manos heladas- me dijo la chica mientras cerraba la puerta.
-Siempre he sido de sangre fría- me limité a responder.
-Yo te daré calor- sonrió con picardía y me puso una mano en el rostro. La apartó de un respingo- ¡Estás helado!.
-Ya te lo he dicho, soy de sangre fría- dije mientras me dirigía hacia el armario.
Giré la llave ya introducida en la cerradura y observé el interior. Contenía todo tipo de artilugios eróticos. Divisé en un lateral lo que me interesaba: las esposas.
-Te cobraré más por eso- advirtió con voz cantarina mientras se tumbaba en el colchón.
Me arrodillé junto a su cuerpo ya desnudo y até sus muñecas a la cabecera de la cama. El calor de su piel comenzó a embriagarme. Me tumbé encima de ella y le acaricié el cuerpo, con el rostro, con las manos, comenzando por el sexo y llegando hasta los pechos, absorbiendo el calor de su suave cuerpo. Noté como un escalofrío recorría su piel, al tiempo que ésta se le ponía de gallina y los pezones se endurecían.
Intentó besarme pero le frené los labios con la mano. Sentí cómo su corazón se aceleraba y la sangre caliente recorría sus venas con más fuerza. Le miré a los ojos... y sonreí. El grito de terror quedó ahogado bajo mi mano y hundí mis colmillos en su suave y cálido cuello. Su pecho subía y bajaba desesperadamente bajo mi cuerpo y sus manos intentaban frenéticamente liberarse del metal. Saboreé la sangre que se deslizaba entre mis labios y resbalaba por mi garganta.
- Policía. ¡Abran la puerta!.
Se oyeron fuertes golpes, que se fueron incrementando al ver que nadie respondía. Finalmente la madera cedió y los guardias entraron a toda prisa. Observaron atónitos la macabra escena.
Yo me desvanecí, no sin antes dedicarles mi mejor sonrisa.

The Reaper

PD: Fue el encargado que llamó a la policía diciendo que un hombre pálido y frío como un cadáver se había negado a pagarle y que temía lo peor... no le faltaba razón

7 comentarios:

Rock Lobster dijo...

Primo, ¿te has ido de putas y la has liado?
Desde luego... cada uno a su bola cuando le da la gana.

PD. ¿En los burdeles no venden galletas? Que desilusion...

ana dijo...

mmm

guau!!

pensaba ke iba a aber mas asesinatos pero.

aun asi no me siento decepcionada, con que muera una chica basta jaja

Gittana dijo...

Me encanto lo que escribio tu aqui hoy... es fantastico el relato...

Anónimo dijo...

Y ni se la folló ni nada? poco sexo y poca sangre explícita, no? Os estáis volviendo maricas?

Rock Lobster dijo...

¡Da la cara, cabroncete!

[ кeя ] dijo...

ya me imaginaba yo que la chica no podia salir bien parada... buen relato, cada vez son mejores.

[ ! ] DANGER

Anónimo dijo...

Muy bueno el relato, muy de mi tipo, pero no entiendo la época en la que está ambientado, y dudo mucho que alguien ahora viaje a caballo. Tomadlo como una crítica constructiva, porque yo tampoco soy nadie para andar criticando lo que escribís.

P.D. Esto me recuerda a algo que decía el amigo de mi novio; "si la mujer no muere, no lo considero sexo". Le iba el sexo sado XD XD.

Un abrazo.