jueves, 31 de enero de 2008

Perdidas en el bosque


A Ana siempre le había gustado perderse por el bosque y descubrir nuevos caminos por los que, tal vez, nadie había vuelto a pasar en años. Se sentía libre de presiones y problemas cotidianos y de esta forma podía evadirse para pensar, relajarse y salir cuando nadie más quería.

Otoño… le gustaba especialmente sentir crujir las hojas secas bajo sus pisadas en esta época. Lo consideraba un capricho, algo simple y, tal vez incluso un poco tonto en su medida. Pero no siempre podía darse el placer de pisar la hojarasca.

Esta vez iba acompañada de una amiga llamada Sofía que se había apuntado a pasar la tarde y tuvieron la suerte de encontrar un camino totalmente nuevo. Ana ya había pasado por allí cerca varias veces y se le dibujó una sonrisa en la cara al ir a recorrer distintos lugares a los anteriormente visitados.

Y complacidas quedaron ante la facilidad de caminar entre esos árboles. No suponía un esfuerzo mucho mayor que ir por un terreno plenamente llano y el paisaje era mejor aún que el resto de lugares por donde había llegado a estar. Y la tarde avanzó con el sentimiento de felicidad recorriéndolas…

¡Maldición! El sol comenzaba a ponerse para su desgracia. Habían de darse prisa en volver antes de que la noche comenzase a iluminar todo de oscuridad, entonces si que se perderían del todo. Con paso ligero, retrocedieron sobre sus pasos y caminaron unos minutos sin terminar de reconocer la zona. “¿Hemos pasado por aquí?” repetía Sofía nerviosa. Volvían varias veces para atrás intentando reconocer algo, cualquier cosa que les sonase era una opción viable pero era inútil: estaban perdidas. Intentaron llamar a alguien con sus respectivos móviles pero la cobertura no era una fiel compañera y la noche al fin llegó para reinar.

Continuaron avanzando sin rumbo fijo con la esperanza de salir del bosque. Sofía lloraba desconsolada y Ana intentaba apaciguarla sin tener ella misma esa calma. Les costaba mucho ver en esas condiciones y cometían por ello ciertas torpezas al andar. Los árboles parecían abalanzarse violentamente sobre ellas, dando un aspecto terroríficamente contrario al que habían vivido antes. Estaban ambas asustadas y un tropiezo de Sofía, arrastró a Ana y cayeron ambas rodando por unos metros de cuesta. Ahora, los ojos de Ana también habían desbordado y dos lágrimas recorrían sus mejillas.

No muy lejos, pudieron ver una columna de humo y, esperanzadas, se apresuraron hacia el lugar. A medida que se acercaban una música cobraba nitidez y llenaba el ambiente. No tardaron en ver una luz entre los árboles.

Al llegar, encontraron un hombre cubierto con una túnica pero no ocultaba su rostro. Estaba sentado en frente de una hoguera y tocaba dulces melodías medievales con un instrumento de cuerda, pero no supieron identificarlo. Antes de que pudieran decir nada, les miró para dirigirles la palabra.

- Tomad asiento, por favor –dijo sin dejar de tocar-.

Obedecieron agradecidas. Ana se acomodó en una roca que resultaba mejor que el suelo y Sofía se sentó sobre un abrigo que traía. Ana inspeccionó al hombre con sus ojos brillando por el reflejo del fuego.

- Decidme, niñas –dijo el hombre-, ¿de dónde habéis salido?

- Nos perdimos… estábamos paseando por el bosque y nos sorprendió la noche –respondió Ana calmada por el suave tono de voz del hombre-.

- ¿Cómo os llamáis?

- Ana –dijo la poseedora del nombre-.

- Y yo Sofía –dijo Sofía que también parecía estar mejor-. Y tú eres…

- Nunca conté con un nombre, soy un simple trovador –dijo sonriendo el recién nombrado trovador-.

- ¿Trovador? –dijo Ana- ¿Y qué haces tocando a estas horas en medio de un bosque?

- Bueno, llevo siglos haciéndolo. No será por falta de público que deje de hacerlo.

Supusieron que les tomaba el pelo o que exageraba, pues lo contrario no tendría sentido. Pero ciertamente se dieron cuenta de que había varios animales por la zona escuchando y pudieron ver: un búho, un par de zorros, numerosos murciélagos pasando por encima de la hoguera… incluso Ana creyó ver la sombra de un jabalí tras los árboles.

- Ellos no son el único público presente –dijo el trovador-.

Ambas soltaron un pequeño grito de miedo al ver espíritus de gente caminando por la zona, sobrevolándolos… ¡Hasta que el trovador no los había mencionado no habían podido verlos!

- Tranquilas –dijo el trovador-, no pueden haceros nada. Son almas confusas que no pueden vernos pero se sienten atraídas por el sonido de mi instrumento. Toco para esas almas que no comprenden siquiera que ya hace tiempo murieron. Por cierto, podéis coger algo de la carne que se está asando en esos palos sobre la hoguera.

Sofía no tenía demasiada hambre, estaba preocupada por los espectros de la zona pero Ana se dio cuenta de que sus tripas rugían por algo de comida. No tardó en callarlas con esa jugosa carne cuyo sabor era tan fresco que se preguntó cuanto tiempo podía tener la que comía normalmente descongelada.

Un rato después tuvo que alejarse un momento a beber de un río cercano porque el hombre no disponía de agua para ofrecerles. “Tan medievales como nuestro anfitrión estos métodos de abastecerse” pensó Ana divertida.

Y cuando se disponía a volver se alzó un grito de Sofía. Ana corrió de vuelta para ver que podía haber ocurrido. ¿La habría agredido el trovador?

¡Y tanto! ¡Como que le había atravesado el pecho con ese instrumento tan raro! El trovador estaba de pie bailando mientras tocaba arrastrando a Sofía, muerta, colgada del mástil del instrumento. Vio con horror como los fantasmas danzaban con el por el aire alrededor de la hoguera y el trovador cantaba para ellos algo en una lengua extraña. Los animales le habían percibido y trataron de abalanzarse sobre ella.

Ana salió corriendo por el miedo y escuchó ahora las satánicas y paranoicas carcajadas del trovador que estaba ido de la olla. Los animales se estaban quedando atrás no sabía por qué y el hombre no debía estar siguiéndola. Una vez creyó haberse alejado lo suficiente miró atrás sin dejar de correr. No vio a nadie pero chocó con un árbol y quedo inconsciente…

Al amanecer, fue despertada por unos ladridos y encontró un pastor alemán olfateándole la cara. Se levantó y pudo ver un policía corriendo hacia ella.

- ¡Esta viva! ¡La hemos encontrado! –gritó a sus compañeros un poco más atrasados.

Ana solo pudo pensar en qué tendría que decir para que le creyeran…

The Blind

Dedicado a la protagonista del relato.

5 comentarios:

ana dijo...

jaja milesker!!! :D

sta guay esta version.. lo siento por sofia pero k se joda. la alternativa no m gustaba! xokarse kontra un arbol tampoko, pero bueno.. es mejor k ser atravesada x la balalaika jaja

Rock Lobster dijo...

al final cambie y puse "instrumento raro de cuerda" para que coincidiera mas con la imagen.
de todas formas me parece fatal que no me dejes matarte y deba añadir otro personaje para saciar mi sed de sangre

Anónimo dijo...

jaj Me ha gustado, pero no usais mucho lo mismo del tio extraño con un instrumento?
Por cierto Ana me alegro de q sobrevivieras :P jaj
Bueno q tngo mañana examen xD Ju, dew!

Excalibur Argentina dijo...

blind guardian es excelente!

te gusta el heavy metal en español?
te invito a escuchar mi banda

Escucha el demo completo de ExcAlibuR en: http://www.purevolume.com/excaliburargentina

desde ya muchas gracias y disculpa las molestias!!1


alex

The Reaper dijo...

mola a saco. Ana admítelo, en el fondo eres una sangrienta empedernida con ganas de morir... la foto esta bn elegida. Voy a ver en que te has inspirado